sábado, 25 de junio de 2011

Mis experiencias paranormales (Capítulo 3)


Si hasta ahora os ha parecido escalofriante lo aquí relatado, debo aconsejaros que a partir de  este momento leáis esto bien sentados y con todas las luces de la habitación encendidas, pues lo que me aconteció una madrugada de frío invierno a la edad de 19 años sólo en la casa de la playa, podría perfectamente definirse como "acojonante", expresión vulgar pero que describe sencillamente lo vivido por mí.

Yo llegaba a casa después de un día entero de fiesta, comida con amigos, cafelito que se alargó hasta las 8 de la tarde, cenita con pescaíto frito y luego de marchuqui quemando la noche para finalizar casi sin darme cuenta en la discoteca más popular del pueblo con varias cervezas encima (mejor dicho muchas), y unos cuantos cubatas de whisky de garrafón por los efectos que ocasionaron en mi cuerpo al día siguiente.

En esa tesitura me encontraba yo cuando decidí acostarme, tengo que deciros que lo que allí ocurrió es la pura realidad y no la invención de una mente calenturienta perjudicada por el alcohol excesivo y por el cansancio extremo. Recuerdo que se me estaban cerrando los ojos, sin duda era el preludio para un profundo y reparador sueño, cuando me pareció que se iluminaba con una luz intensa la habitación, normalmente soy bastante "miedica" para estas cosas pero en este caso sin saber la razón abrí los ojos, para que lo haría, enfrente mía se me apareció un cuerpo etéreo con un halo de luz intensísima, la habitación se heló al instante, al principio no pude reaccionar, me quedé paralizado de pies a manos, ni siquiera podía hablar ni gritar, hasta que esa forma me habló.

¿Me recuerdas?, ¿no me digas que no sabes quién soy con lo que yo te quiero?. Ciertamente si lo recordaba, era mi tío Secundino fallecido dos meses antes, no podía creerlo, yo pensaba que para mi tío yo era su sobrino favorito pero de eso a que se me apareciera después de muerto era muy fuerte, jolines que se apareciera a su novia o a su primera mujer, que leches, eso fue lo que pensé en ese instante.

Después de la primera impresión de "cague", todo hay que decirlo, me empezó a hablar de lo mucho que se aburría en el cielo, todos vestían túnicas, le debía parecer extraño pues yo a mi tío siempre lo recordaba con impecable traje de chaqueta y corbata sin estridencias y esto de las túnicas, al parecer, no debía hacerle mucha gracia.

Me contó que en el cielo no se jugaba a las cartas ni existía el buen tinto ni los placeres mundanos, según él un verdadero coñazo. Le pregunté si había visto a Dios a lo que contestó que algunos del lugar hablaban de él pero que nunca lo habían visto, se decía que era omnímodo y inexcrutable y que dejaba que se hiciese todo al libre albedrío, más o menos como ocurría en el mundo terrenal. Siguió diciéndome que se aburría por no tener una mujer con la que pasar esos momentos anodinos de "no hacer nada", y que decidió descubrir la manera de visitar a los vivos para pasar el rato.

Una vez que descubrió la manera de volver al mundo terrenal, decidió que lo más sensato sería aparecérse a su novia Claudia, veinte años más joven que el, para comentarle que estaba bien y que no debía preocuparse. Como ella estaba disfrutando de los placeres carnales con un "maromo" que le hacía gemir como nunca antes la había escuchado, optó por vengarse moviendo la cama de un lado al otro, cosa que en contra de lo que podía pensarse agradecieron los amantes pues el climax y la ceguera del momento así lo invitaba, para finalmente desistir de esa idea absurda parándose a reflexionar que quizás esa chica se merecía la felicidad que él en vida no pudo darle. Lo siguiente que pensó fue visitar a su sobrino favorito y así lo hizo.

Antes de marcharse me dió un consejo que nunca olvidaré, disfruta de la vida y de los días y noches como si fueran los últimos, así podrás exprimirla al máximo cual limón maduro, y no bebas garrafón que está muy feo, y con una sonrisa socarrona se despidió. Esas fueron sus últimas palabras, y digo las últimas pues nunca más se me apareció, mentiría si dijera que desconozco la razón pero eso es ya otra historia.